Confidencial
Wilfredo Miranda Aburto
Llegaron a las 4 a.m. en cuatro camiones de la Alcaldía de Managua
Brutal desalojo de ancianos y jóvenes
Momentos de terror, golpes y saqueo, Obispos llegan a constatar agresión y denuncian "esto es terrorismo de Estado"
A las cuatro de la madrugada de este sábado fuerzas de choque identificadas como orteguistas desalojaron por la fuerza el campamento que los adultos mayores tenían en el costado sur del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS), en demanda de su pensión reducida.
Alrededor de 200 encapuchados con camisetas de la Juventud Sandinista se bajaron de cuatro camiones de la Alcaldía de Managua y arremetieron de forma brutal contra los ancianos y unos 50 jóvenes que les brindan solidaridad y apoyo en ese lugar desde hace seis días.
Las turbas llegaron al lugar y gritaron “todo el mundo al suelo”, según Carol Solórzano, una de las muchachas que estaba en la protesta pacífica. Luego de eso, los encapuchados comenzaron a golpear principalmente a los varones.
Los jóvenes denunciaron la complicidad de la Policía Nacional que en horas previas a la agresión retiró a una parte de sus efectivos, y cuando los atacantes llegaron, los policías incluso patearon a insultaron a los jóvenes.
El joven Yamil Gutiérrez fue desnudado y golpeado incesantemente, narró Solórzano. Al anciano de 74 años, Antonio Alemán, le dieron una fuerte patada en la espalda.
La champa que en días anteriores habían construido para brindar atención médica a los ancianos que no cumplieron las 750 semanas de cotización y por eso no pueden acceder a una pensión ordinaria, fue desbaratada por los agresores.
Orden de saqueo
A los jóvenes les robaron sus bolsos, teléfonos celulares, carteras, y todo tipo de bienes. Asimismo, los víveres con lo que contaban los ancianos fueron saqueados.
Los jóvenes Jorge Hurtado, Carlos Villanueva, Fatima Elizondo, Andres Chamorro, Daniela Mora y Juan José Davalos Ventura, denunciaron el robo de sus vehìculos por los atacantes, algunas de los cuales quedaron destruidos en la zona, y otros fueron llevados a sitios desconocidos
Según Solórzano, a esa hora de la madrugada sólo quedaban menos de 100 personas (incluyendo jóvenes y ancianos) que la noche del viernes habían disfrutado de un concierto de varios artistas nacionales en solidaridad con los adultos mayores aglutinados en la Unidad Nacional del Adulto Mayor (UNAM).
“Para cada uno de nosotros habían cuatro encapuchados que nos pateaban y golpeaban”, dijo Solórzano. Los carros que estaban parqueados en el lugar, fueron parcialmente destruidos y desaparecidos. Según el abuelo Alemán, las turbas robaron carteras, zapatos y las llaves de los vehículos.
Algunos de los jóvenes manifestantes se refugiaron en las casas del barrio al oír balazos en la zona. “Algunos hasta se escondieron en la refrigeradora del miedo”, dijo Gonzalo Carrión, director jurídico del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh).
Los testigos refirieron que los oficiales de la Policía Nacional ni se inmutaron al ver la represión. Siguieron formados en un cordón y a pesar que las mujeres pedían auxilio, ellos no hacían nada.
“Las chavalas se agarraban de los pies de los policías pero éstos más bien los empujaban, mientras que los encapuchados las arrastraban literalmente. A la media hora cuando ya gritaron ‘retirada, retirada’, yo seguía escondida”, afirmó Stefany Raudez.
Después de las golpizas, en la zona quedaron más de una veintena de personas bloqueando el costado sur del INSS, a quienes los ancianos que todavía estaban presentes señalaron de ser los agresores.
Llegan los Obispos
Los obispos escucharon los testimonios de las agresiones. Confidencial.
El arzobispo de Managua Monseñor Leopoldo Brenes, acompañado por el obispo auxiliar monseñor Silvio Báez y monseñor Miguel Mántica se hicieron presentes en el lugar eso de las ocho de la mañana. Los Obispos abogaron porque los jóvenes y ancianos que se encontraban acosados por la violencia, pudieran salir, garantizando su integridad física, y hablaron con los líderes de las fuerzas de choque del gobierno.
Monseñor Báez fue enfático con los sandinistas y les “pidió por amor de Dios váyanse a sus casas”. Los prelados hablaron con los policías en la zona y les dijeron a los oficiales que no dejaran que los civiles hicieran el papel que a ellos les toca, en referencia a las turbas que alegaron resguardaban a los ancianos.
“Nosotros vamos a comunicar a nuestros mandos sus inquietudes, y vamos a garantizar la protección de los ciudadanos… pero yo no domino muy bien la situación, pero hacemos las pesquisas pertinentes”, respondió un oficial de apellido Flores a los sacerdotes.
Monseñor Báez agregó que la “Iglesia está con el pueblo que sufre, con el pueblo que es atropellado”. “Pedimos que se respete el derecho de los nicaragüenses a manifestarse pacíficamente. Nos duele profundamente lo que ha ocurrido y condenamos estos actos de violencia, este atropello”, dijo Báez.
"Esto es un acto de terrorismo de estado", exclamó el Obispo auxiliar, pues "están actuando como fuerzas paramilitares".
En la rotonda de Plaza Inter otro grupo de la Juventud Sandinista llegó a plantarse con parlantes y a corear las canciones del gobierno. Otro numeroso grupo de motorizados también llegaron a tensionar el ambiente.
Los ancianos y los jóvenes aseguraron que la protesta la trasladarán a la Catedral de Managua, y expresaron su desesperación por seis manifestantes desaparecidos, cuyos nombres son Juan José Avalos, Juan Alvarez, Eddy Desba, Esler Martínez y Myron Tom.
COSEP pide cese de la violencia
"Rechazamos enérgicamente toda forma de violencia y confrontación que pretenda acallar un movimiento cívico de orden social, por lo que condenamos la utilización de fuerzas de choque que han sido utilizadas para amedrentar y agredir a humildes ancianos y jóvenes", dice el COSEP en un comunicado.
Así mismo el liderazgo del sector privado exigió al gobierno que no promueva la confrontación y que instale una mesa de diálogo con la Unidad del Adulto Mayor. Los empresarios también demandaron a la Policía Nacional que garantice el respeto a la seguridad ciudadana y que la protesta social no sea objeto de agresión ni vejación.
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